miércoles, 23 de julio de 2014

Tus manos

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Sus manos
esas manos
enormes manos
manos de bajista
manos que saben lo que hacen
como si leyeran las instrucciones en braille
del placer marcado en mi cuerpo
manos que caminan
y con cada yema me excitan
como si cada suspiro de amor transpirara una poesía eterna

porque eso somos cuando nos besamos
una sexy, interminable
danza de pasión
una melodía que tararea la bruma espesa de un jardín escondido
detrás del cerco de una mente intranquila

así de místico, de intangible
así somos

ahora, sus manos
esas manos que sí tocan
parpadean mis rincones
degustan fantasías compartidas
manos de bajista
de tipo tranquilo
que hablan traspasando energía
manos que no dejan de ser carne
y hueso
y piel
pero que bailan con mis hombros,
mi cuello
recorren mi vientre
y sin hacerme cosquillas me agarran las caderas
una palmada para avisar que llegaron
y un ademán que invita a darme vuelta
para que esas manos unan los puntos entre mis tatuajes
para que se quiebre mi espalda desde la cintura
y asome la descarada rebeldía de una respiración agitada que no se hace gemido
y es así que sus manos combaten mis caprichos
tirando de mis tobillos
(y mi pelo)
para después reposar en mis manos
inmovilizando mi extensión
enredándose con mi deseo
y con mis piernas

y nos besamos
él con mi nuca
y yo con sus dedos
volvemos a ser ese torbellino de espíritus literarios
eruditos del sólo sentir
somos el aura que emana de una bestia acariciada por primera vez
ese poder que te otorga el saberte/me comple(men)tado
para decidir cuándo morir

así de irracional, de ansiosos
así somos
cuando nos besamos

retomando sus manos
esas manos que vagabundean entre mis pechos
que ya no buscan mayor consuelo
que el mismo descansar del sol dormido en el banco de una plaza
manos que siempre respetuosas jugaron a saltar de ombligo a pera
para acompañar las taquicardias de la cama
sus enormes manos que no dejaron nunca nada para la imaginación
que bañan con adicción mis labios verborrágicos
para callarlos llenándolos de cálida blancura
manos de bajista, insisto
con nudillos entrenados
para hacer música que escucho con la piel
mis poros se regocijan en su ensayo
les piden que toquen
y en ese recital
nos besamos


porque somos así
irremediablemente
incorregiblemente
innegablemente
amantes, por destino
compañeros, por casualidad.