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Querido vos:
Ya van dos encuentros, cuatro días, dos noches, lluvias de
pasión, comidas de pabellón, sábanas de siestas, partidos sin “entretiempo”… Ya
me conozco lo suficiente como para saber a dónde puede terminar esto… Pero
palabras tras risas, más me permito sentir/te. Miedo de enamorarme, claro,
porque vos sos alguien de quien me podría enamorar. Sí, sos mi tipo. Mi tipo de
amor, de locura, de lujuria, de historia interminable porque descubrirte es tan
emocionante como escucharte mirarme. Sí, respirás distinto. Me dí cuenta. Miedo
de dejarme disfrutar de lo indescriptiblemente sensorialmente notorio de
enamorarse. Porque cuando nos chapamos, mi corazón le gana un poquito la
pulseada a la cabeza y se me asoma un brillito en los ojitos (como te gusta decir
a vos con diminutivos –y que te queda TAN lindo-) y se me agita el colon y se
me sube la glucosa y me dan unas ganas de volar con vos. Qué bien saber
tanto de vos sólo leyéndote. Miedo del después, por ansiosa obvio, porque no
puedo evitar ver/me/nos amándonos. Sí, me encantás. Me encanta que me espíes
cuando leo, que me alimentes, que me toques. Tus manos. Qué maravilla de
bajista. Gracias. Sí, hagamos magia juntos. Sí, quiero.
Agustina.~